Santi Cuerda - El Ecologista nº 73.
Desde: Decrecimiento
El movimiento de Huertos Compartidos nace, en nuestro país, hace pocos meses, y ya se cuentan por varios centenares las personas que participan: hortelanos que buscan huertos, y propietarios que ceden sus terrenos para que los primeros los cultiven.
Huertos Compartidos usa varias herramientas en Internet para poner en contacto a todas aquellas personas que quieren cultivar sus propios alimentos con aquellas otras que disponen de parcelas. A través del modelo de contrato de Huertos Compartidos, se fomenta que las cesiones de terrenos sean gratuitas y que se comparta la cosecha entre propietario y hortelano. La producción es para el autoconsumo y no se permite la venta; se trata, por tanto, de la horticultura como una actividad de ocio saludable; no es una actividad agraria profesional. Además –también se recoge en el contrato que han de firmar las partes–, los huertos serán ecológicos, sin que se permita el uso de abonos, herbicidas o pesticidas químicos.
El proyecto se inspira en exitoso programa británico Landshare, que aglutina una comunidad de más de 67.000 usuarios (www.landshare.net), lo que da una idea del verdadero potencial.
Si bien, en España, hay muchas experiencias de huertos urbanos, comunitarios, ecológicos, promovidos por ayuntamientos, asociaciones, etc., que vienen surgiendo desde hace años, la posibilidad del contacto online entre personas que quieren tener un huerto con aquellas personas –o entidades– que disponen de terrenos y que están dispuestas a cederlos, tan sólo a cambio de compartir la cosecha, puede suponer un empujón decisivo para que muchos rincones de nuestras ciudades se llenen de huertos ecológicos.
Miles de metros cuadrados de zonas verdes de césped (con un pobre valor estético, improductivo, consumidor de herbicidas y necesitados de grandes aportes de agua), que gestionan ayuntamientos de todo el país, pueden dar paso a huertos ecológicos comunitarios, mucho más interesantes desde el punto de vista de la biodiversidad, captores de CO2, y donde se fomenten buenas prácticas, como el reciclado de residuos orgánicos, a través de la fabricación de compost, para el abono orgánico de los suelos, o la recuperación de variedades locales de semillas de frutas, verduras y hortalizas.
Otros terrenos privados de comunidades de vecinos y empresas –en polígonos industriales–, aparentemente baldíos o infrautilizados, también pueden ser aptos.
Cómo funciona Huertos Compartidos
En la web http://www.huertoscompartidos.es las personas interesadas encontrarán un formulario para hortelanos y otro para propietarios, con los que se generan dos bases de datos que se integran en una aplicación de Google Maps. De tal modo que, de forma visual, se puede localizar dónde hay personas buscando terrenos, y dónde hay personas o entidades dispuestas a cederlos. Se trata de una actividad promovida por Reforesta, una ONG que se dedica a promover la educación ambiental.
Una vez que alguien se registra (previo pago de una cuota simbólica de 2 €), se le facilita unas contraseñas para acceder a la zona de usuarios de la web, donde encontrará una tabla con todos los nombres de sus posibles contrapartes (organizados por orden alfabético de localidad, para facilitar las búsquedas), así como el modelo de contrato Huertos Compartidos, que aporta la necesaria seguridad jurídica para animar a los propietarios a que cedan sus tierras –sin temer ningún menoscabo de las mismas por la realización de la actividad– y a los hortelanos y hortelanas a realizar su trabajo, también con la garantía del contrato. Por supuesto, las partes deberán adaptar el modelo de contrato a cada situación particular, respetando su esencia y su espíritu.
Detrás de Huertos Compartidos, subyace la idea de poner en marcha nuevos modelos de vida más ecológicos y saludables, mejorar los hábitats urbanos, fomentar que los espacios públicos lo sean realmente: la ciudadanía usa unas zonas verdes para una actividad productiva y ecológica, donde se fomenta el intercambio, la colaboración, la solidaridad. Y, finalmente, invertir parte de nuestro tiempo de ocio en la producción de nuestros propios alimentos incrementa nuestra soberanía alimentaria y nos permite afrontar en mejores condiciones estos tiempos de crisis.
Huertos Compartidos
¿Quieres cultivar tus propias frutas y verduras, y no tienes dónde hacerlo?
¿Tienes un terreno que puedas ceder?
- Tú cultivas, yo te dejo la tierra
- Huertos Compartidos es una iniciativa dirigida a potenciar los huertos urbanos ecológicos.
- Huertos Compartidos facilita el contacto y la colaboración entre aquellas personas que disponen de terrenos y aquéllas otras que desean tierra para cultivar.
- Huertos Compartidos es una comunidad virtual para comartir la experiencia de los huertos urbanos ecológicos.
Quiénes pueden participar en Huertos Compartidos
- Los que quieren cultivar sus propias frutas y verduras, pero no tienen dónde hacerlo.
- Los que disponen de un pequeño terreno baldío y le quieren dar un uso.
- Los que quieren aplicar o ampliar sus conocimientos sobre agricultura ecológica.
- Los que desearían apoyar la idea porque les gusta o les parece necesaria.
- Los que querrían ver su marca implicada en esta iniciativa.
¿Cómo se puede colaborar?
Económicamente: haciendo una donación desinteresada; convirtiéndose en patrocinador anual o permanente de Huertos Compartidos; como anunciante. Solicitando la inclusión de un banner.
En especie: cediendo terrenos: en polígonos industriales próximos a áreas urbanas, solares en desuso, etc.; integrados en la empresa pero infrautilizados (o plantados de un césped que consume agua y no aporta nada).
Comerciales: a través de líneas de descuento en productos interesantes para los usuarios de Huertos Compartidos (semillas, herramientas, ropa de trabajo, compostadores, etc.).
Otras propuestas. Somos todo oídos.
¿Son interesantes los huertos urbanos ecológicos?
- Mejoran la salud física y mental: un ejercicio al aire libre que nos conecta con la tierra.
- Son necesarios para el medio ambiente urbano: reducen emisiones de CO2 y favorecen la biodiversidad.
- Mejoran las relaciones interpersonales: amplían tu red social física.
- Contribuyen a la economía verde: parte de tu comida no tiene que atravesar medio mundo.
- Facilitan el autoconsumo: incrementan la seguridad (y el paladar) de lo que te comes.
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