Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible en Johannesburgo (Sudáfrica) septiembre de 2002

Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible en Johannesburgo (Sudáfrica) septiembre de 2002

DESMITIFICANDO LO NEOLIBERAL - Alejandro Diez



DESMITIFICANDO LO NEOLIBERAL

Alejandro Diez P.
Economista.  
Universidad de Chile
Universidad de Manchester


El modelo neoliberal imperante en nuestro país, cuidado e implementado por gobiernos desde hace más de 40 años, tiene su base teórica y fundamentos en la economía neo-clásica, por tanto, es pertinente y necesario revelar algunos elementos centrales que conforman dicha teoría.

Lo primero es que la economía neoclásica, define algunas reglas específicas para decidir lo que la sociedad en su conjunto prefiere y la más importante de éstas, es la función de bienestar social. Aunque esto puede ser sensible y si  se acepta que los supuestos son entendibles, la validez del análisis permanece dudoso, dado que el establecimiento de las reglas o la definición de los objetivos sociales que se persiguen, dependen en última instancia, de juicios de valor de alguien.

Es aquí donde nos encontramos con que ciertos juicios de valor son aplicados para determinar la función de bienestar. Pero, los juicios de valor en la sociedad son infinitos y solo uno debe ser seleccionado para ser aplicado en un caso particular.

Quién y cómo se identifican los juicios de valor que son los válidos en una determinada comunidad?

Tomemos por ejemplo consideraciones para distribución del ingreso, donde cambios en el ingreso causado por las acciones que están siendo analizadas, es un aspecto el cual es generalmente descartado en la economía del bienestar.

Entonces, vemos que, la importancia que quien toma las decisiones le asigna a distintos aspectos de la política económica, sea distribución del ingreso, balanza de pagos, empleo y muchas otras, es fundamentalmente determinado por sus propios juicios de valor, pero dichos valores difieren de región en región, sector en sector, etc., y en una economía de “libre mercado”, de cada individuo.

Adicionalmente, en el proceso de toma de decisiones, siempre están presente distintas interpretaciones de la realidad, puntos de vistas contradictorios, los cuales no pueden ser superados por el mero conocimiento de la ciencia económica. Es en ese momento entonces, cuando los tomadores de decisiones, se confrontan con sus historias personales, su origen social, sus posiciones políticas, sus intereses económicos y su información acerca del fenómeno  que está siendo analizado, en función de compatibilizar, la teoría con la práctica. Todos estos factores afectan su decisión en un sentido u otro y el resultado más probable, es que sus conclusiones serán, sino ideológicamente sesgada, al menos subjetiva.
Ahora bien, para determinar la función de bienestar social, se debe considerar que las preferencias sociales, pueden ser medidas por el principio de disposición a pagar.
Para determinar qué es lo que la sociedad prefiere, se asume que esa preferencia, es derivada desde  una simple y directa sumatoria de las preferencias individuales (solo los individuos cuentan).
Este supuesto es hecho en función de lograr el cumplimiento del objetivo de maximizar la eficiencia económica, aun cuando “alguien” ha elaborado, más bien sin éxito, algunas medidas para compensar las consecuencias de desigualdades sociales del supuesto básico de indiferencia respecto, por ejemplo, la distribución del ingreso, ya sea, por abrirse a la introducción de otros objetivos, o a través, del sistema impositivo y/o subsidios.

Se puede argumentar que los individuos, pueden proveer distintos niveles de beneficios a la sociedad, por sus diferentes capacidades y habilidades. Sin embargo, el problema aquí es que, en función de determinar las utilidades (tomadas como beneficios netos) de diferentes individuos, una evaluación de las posiciones económicas relativas de dichos individuos, debe efectuarse y, nuevamente, algunos juicios de valor deben ser introducidos, para dar a dichas utilidades, una dimensión común.

Después de todo, debemos considerar que, la preferencia de un individuo por un bien, es una respuesta a lo que él cree beneficioso para sus propios intereses y para la comunidad de la que forma parte. Por tanto, las satisfacciones de bienestar de diferentes individuos, no son sumables.

Adicionalmente, el supuesto de sumar las preferencias individuales, no considera factores como conflictos sociales, dado que se supone que, ellos no influencian en la función de utilidad, bienestar o nivel de satisfacción de otros.

Entonces, vemos que no corresponde establecer el supuesto fundamental en ciertas sociedades, las cuales establecen, el “bienestar de la sociedad”, en el cual hay armonía de intereses entre todos los miembros de dicha sociedad. Además, en el contexto descrito, las preferencias de los individuos en función de determinar una función de bienestar social, es una tarea complicada y potencialmente peligrosa, dado que al final, el resultado puede matemáticamente ser igual a cero(una ganancia para un grupo social, puede representar una pérdida para otro por el mismo monto).

Otro pilar de la economía neoclásica, es el principio de disposición a pagar, como un indicador de preferencias sociales, pero, este principio contiene otro supuesto implícito. Este asume que, la forma en la que cualquier actividad es desarrollada, no afecta el placer de dicha actividad. La importancia de este supuesto, es ilustrada por el hecho que es necesario reducir las preferencias a medidas uniformes de un cálculo monetario, de manera de facilitar comparaciones.

Este supuesto no es realista y puede ser cuestionado a lo menos desde dos ángulos:

i)Se establece implícitamente que, ya sea que una actividad se le asigne un precio o no, esto no afecta el placer derivado de su consumo.

Aquí el análisis entra enteramente en el campo del comportamiento humano, donde generalizaciones como la anterior, son casi imposible de sostener sin estar, al menos, parcialmente equivocado. El supuesto pudiera ser correcto, en el caso de alguien que experimente un gran placer viendo una obra de arte que le sea muy honerosa. Pero el supuesto no se sostiene en el caso opuesto, o sea, para una persona con recursos limitados.

ii)En la reducción a cálculos monetarios en función de medir la intensidad de las preferencias reveladas, aparece un problema.

Uno puede preguntarse aquí; como pueden las actividades que no implican un simple intercambio de mercado (intangibles por ejemplo) ser medidas? Definitivamente esto no tiene una respuesta categórica y única.

Ahora bien, aun cuando la disposición a pagar del consumidor por algo que puede ser testeado contra los costos de mercado, están todos los problemas acerca de las imperfecciones de ese mercado y las intervenciones del gobierno en ese mercado que pueden o no, ser justificadas.

Distorsiones que ocurren en el mercado pueden ser representadas -por ejemplo- por el hábito de juzgar la calidad por el precio de un bien. El concepto “barato”, frecuentemente significa de menor calidad y lo contrario ocurre con el concepto “caro”.

En realidad este hábito, el cual implica una creencia que el precio es determinado por la interacción competitiva de las fuerzas “racionales” de la oferta y la demanda, podría solo ser válido, en casos donde hay un conocimiento perfecto del mercado por parte de los distintos agentes, pero más frecuente que no, esto es falso.

La incidencia de imperfecciones del mercado, es peor en el caso de mucho de los factores que requieren ser cuantificados y donde hay una carencia de evidencias de mercado, porque, como estos factores son importantes, ellos pueden ser considerados, en términos de alguna clase de escala cuantitativa, sin embargo, cruda. De manera que se debe reconocer explícitamente las dificultades de cuantificación y comparabilidad, lo cual hace que estimaciones precisas de variables críticas, sea casi imposible.

En general entonces, las bases teóricas de la economía neo-clásica, descansan fuertemente sobre supuestos simplistas. Muchos de ellos tienen que ver con consideraciones de comportamientos, otros con el entorno en el cual la construcción teórica se aplique. En una aproximación positiva a la economía, podría ser posible testear estos supuestos, a través,  de la calidad de las predicciones que se hayan hecho, en el sentido que ellas pueden no ser verdaderas, pero consistentemente útiles.



Mucho se ha escrito, ya sea a favor o en contra de la utilidad y consistencia de los postulados y supuestos de la teoría neo-clásica que pueden constituir las bases para definir políticas públicas. Sin embargo, aquí se ha pretendido describir y analizar algunos aspectos de ella, para mostrar y advertir el alcance cubierto por esta teoría, en función de facilitar su conocimiento y limitaciones.

Documento PDF.


https://drive.google.com/file/d/0B3Bb3CWF_9DpSHlPbnlRcHNjaFE/edit?usp=sharing



No hay comentarios:

Publicar un comentario