DESMITIFICANDO LO NEOLIBERAL
Alejandro Diez P.
Economista.
Universidad de Chile
Universidad de Manchester
El modelo neoliberal imperante en
nuestro país, cuidado e implementado por gobiernos desde hace más de 40 años,
tiene su base teórica y fundamentos en la economía neo-clásica, por tanto, es
pertinente y necesario revelar algunos elementos centrales que conforman dicha
teoría.
Lo primero es que la economía
neoclásica, define algunas reglas específicas para decidir lo que la sociedad
en su conjunto prefiere y la más importante de éstas, es la función de
bienestar social. Aunque esto puede ser sensible y si se acepta que los supuestos son entendibles,
la validez del análisis permanece dudoso, dado que el establecimiento de las
reglas o la definición de los objetivos sociales que se persiguen, dependen en
última instancia, de juicios de valor de alguien.
Es aquí donde nos encontramos con
que ciertos juicios de valor son aplicados para determinar la función de bienestar.
Pero, los juicios de valor en la sociedad son infinitos y solo uno debe ser
seleccionado para ser aplicado en un caso particular.
Quién y cómo se identifican los
juicios de valor que son los válidos en una determinada comunidad?
Tomemos por ejemplo
consideraciones para distribución del ingreso, donde cambios en el ingreso
causado por las acciones que están siendo analizadas, es un aspecto el cual es
generalmente descartado en la economía del bienestar.
Entonces, vemos que, la
importancia que quien toma las decisiones le asigna a distintos aspectos de la
política económica, sea distribución del ingreso, balanza de pagos, empleo y
muchas otras, es fundamentalmente determinado por sus propios juicios de valor,
pero dichos valores difieren de región en región, sector en sector, etc., y en
una economía de “libre mercado”, de cada individuo.
Adicionalmente, en el proceso de
toma de decisiones, siempre están presente distintas interpretaciones de la
realidad, puntos de vistas contradictorios, los cuales no pueden ser superados
por el mero conocimiento de la ciencia económica. Es en ese momento entonces,
cuando los tomadores de decisiones, se confrontan con sus historias personales,
su origen social, sus posiciones políticas, sus intereses económicos y su información
acerca del fenómeno que está siendo
analizado, en función de compatibilizar, la teoría con la práctica. Todos estos
factores afectan su decisión en un sentido u otro y el resultado más probable,
es que sus conclusiones serán, sino ideológicamente sesgada, al menos
subjetiva.
Ahora bien, para determinar la
función de bienestar social, se debe considerar que las preferencias sociales,
pueden ser medidas por el principio de disposición a pagar.
Para determinar qué es lo que la
sociedad prefiere, se asume que esa preferencia, es derivada desde una simple y directa sumatoria de las
preferencias individuales (solo los individuos cuentan).
Este supuesto es hecho en función
de lograr el cumplimiento del objetivo de maximizar la eficiencia económica,
aun cuando “alguien” ha elaborado, más bien sin éxito, algunas medidas para
compensar las consecuencias de desigualdades sociales del supuesto básico de
indiferencia respecto, por ejemplo, la distribución del ingreso, ya sea, por
abrirse a la introducción de otros objetivos, o a través, del sistema
impositivo y/o subsidios.
Se puede argumentar que los
individuos, pueden proveer distintos niveles de beneficios a la sociedad, por
sus diferentes capacidades y habilidades. Sin embargo, el problema aquí es que,
en función de determinar las utilidades (tomadas como beneficios netos) de
diferentes individuos, una evaluación de las posiciones económicas relativas de
dichos individuos, debe efectuarse y, nuevamente, algunos juicios de valor
deben ser introducidos, para dar a dichas utilidades, una dimensión común.
Después de todo, debemos
considerar que, la preferencia de un individuo por un bien, es una respuesta a
lo que él cree beneficioso para sus propios intereses y para la comunidad de la
que forma parte. Por tanto, las satisfacciones de bienestar de diferentes
individuos, no son sumables.
Adicionalmente, el supuesto de
sumar las preferencias individuales, no considera factores como conflictos
sociales, dado que se supone que, ellos no influencian en la función de utilidad,
bienestar o nivel de satisfacción de otros.
Entonces, vemos que no
corresponde establecer el supuesto fundamental en ciertas sociedades, las
cuales establecen, el “bienestar de la sociedad”, en el cual hay armonía de
intereses entre todos los miembros de dicha sociedad. Además, en el contexto
descrito, las preferencias de los individuos en función de determinar una
función de bienestar social, es una tarea complicada y potencialmente
peligrosa, dado que al final, el resultado puede matemáticamente ser igual a
cero(una ganancia para un grupo social, puede representar una pérdida para otro
por el mismo monto).
Otro pilar de la economía
neoclásica, es el principio de disposición a pagar, como un indicador de
preferencias sociales, pero, este principio contiene otro supuesto implícito.
Este asume que, la forma en la que cualquier actividad es desarrollada, no
afecta el placer de dicha actividad. La importancia de este supuesto, es
ilustrada por el hecho que es necesario reducir las preferencias a medidas uniformes
de un cálculo monetario, de manera de facilitar comparaciones.
Este supuesto no es realista y
puede ser cuestionado a lo menos desde dos ángulos:
i)Se establece implícitamente
que, ya sea que una actividad se le asigne un precio o no, esto no afecta el
placer derivado de su consumo.
Aquí el análisis entra
enteramente en el campo del comportamiento humano, donde generalizaciones como
la anterior, son casi imposible de sostener sin estar, al menos, parcialmente
equivocado. El supuesto pudiera ser correcto, en el caso de alguien que
experimente un gran placer viendo una obra de arte que le sea muy honerosa.
Pero el supuesto no se sostiene en el caso opuesto, o sea, para una persona con
recursos limitados.
ii)En la reducción a cálculos
monetarios en función de medir la intensidad de las preferencias reveladas,
aparece un problema.
Uno puede preguntarse aquí; como
pueden las actividades que no implican un simple intercambio de mercado
(intangibles por ejemplo) ser medidas? Definitivamente esto no tiene una respuesta
categórica y única.
Ahora bien, aun cuando la
disposición a pagar del consumidor por algo que puede ser testeado contra los
costos de mercado, están todos los problemas acerca de las imperfecciones de
ese mercado y las intervenciones del gobierno en ese mercado que pueden o no,
ser justificadas.
Distorsiones que ocurren en el
mercado pueden ser representadas -por ejemplo- por el hábito de juzgar la
calidad por el precio de un bien. El concepto “barato”, frecuentemente
significa de menor calidad y lo contrario ocurre con el concepto “caro”.
En realidad este hábito, el cual
implica una creencia que el precio es determinado por la interacción
competitiva de las fuerzas “racionales” de la oferta y la demanda, podría solo
ser válido, en casos donde hay un conocimiento perfecto del mercado por parte
de los distintos agentes, pero más frecuente que no, esto es falso.
La incidencia de imperfecciones
del mercado, es peor en el caso de mucho de los factores que requieren ser
cuantificados y donde hay una carencia de evidencias de mercado, porque, como
estos factores son importantes, ellos pueden ser considerados, en términos de
alguna clase de escala cuantitativa, sin embargo, cruda. De manera que se debe
reconocer explícitamente las dificultades de cuantificación y comparabilidad,
lo cual hace que estimaciones precisas de variables críticas, sea casi
imposible.
En general entonces, las bases
teóricas de la economía neo-clásica, descansan fuertemente sobre supuestos
simplistas. Muchos de ellos tienen que ver con consideraciones de
comportamientos, otros con el entorno en el cual la construcción teórica se
aplique. En una aproximación positiva a la economía, podría ser posible testear
estos supuestos, a través, de la calidad
de las predicciones que se hayan hecho, en el sentido que ellas pueden no ser
verdaderas, pero consistentemente útiles.
Mucho se ha escrito, ya sea a
favor o en contra de la utilidad y consistencia de los postulados y supuestos
de la teoría neo-clásica que pueden constituir las bases para definir políticas
públicas. Sin embargo, aquí se ha pretendido describir y analizar algunos
aspectos de ella, para mostrar y advertir el alcance cubierto por esta teoría,
en función de facilitar su conocimiento y limitaciones.
Documento PDF.
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